Julian Nagelsmann ganó la batalla táctica del Camp Nou con un sólido 4-2-3-1 ante un Ronald Koeman al que le valió su apuesta por el 3-5-2 poco más de media hora. El técnico holandés sólo se llevó el consuelo, que en función de cada quién será mayor o menor, de que su equipo no salió vapuleado como lo fue el Barça de Setién en Lisboa.
En la primera parte, Koeman tiró de pragmatismo de inicio. Metió el citado 3-5-2 con Roberto y Alba de carrileros, Busquets, De Jong y Pedri en la media, con Memphis y Luuk de Jong arriba. El equipo azulgrana intentó arriesgar lo justo, presionando a medias. Es decir, apretó con Memphis y el punta De Jong sobre la salida de la defensa alemana con el apoyo de Pedri y Frenkie, pero con Busquets yendo a la presión unas veces sí y la mayoría no, pendiente de su espalda, y con la defensa culé no subiendo la línea al campo rival. Primaba no recibir contras letales. Y con la presión, o vas con todo o no vale.
El Bayern salió fuerte en cuanto a ‘pressing’, sabedor de su superioridad física y del pavor que genera en el Barça. Ante su empuje, el equipo azulgrana tocaba en el eje central y cuando el balón llegaba al lateral, intentaba jugar en largo con Luuk o Memphis, para evitar pérdidas por el centro y cerca de área propia. Cuando los puntas culés lograban controlar, se buscaba de nuevo las subidas de los laterales, con especial protagonismo para Alba, que puso un par de centros peligrosos.
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