Zinedine Zidane podría regresar al 4-4-2 que planteó en el pasado clásico con Bale acompañando en la delantera a Benzema
El trabajo de todo el año del Real Madrid desembocaba aquí. A las puertas de marzo, con el primer cruce de Champions y la visita del Barça al Bernabéu. Hasta la recuperación de Eden Hazard la habían encauzado con mimo para esta fecha. Lo importante era llegar bien aquí. Pero todas las certezas que ofrecía el equipo blanco hace un mes se han ido desvaneciendo hasta la derrota del sábado en Valencia: perdió el partido, el liderato y a Hazard, que sufre una fisura en el peroné distal derecho. La nueva lesión del belga obligará a Zidane a retocar la pizarra en la semana más importante del curso.
El problema no es nuevo, pues el Real Madrid venía de vivir tres meses sin la estrella belga, pero la trascendencia de los dos partidos y la magnitud de los rivales obliga a afinar el tiro. La temporada va en esta semana.
En las últimas citas importantes, Zidane ha recurrido al sistema con cinco centrocampistas. Por necesidad en la Supercopa de Arabia, donde además del belga faltaban Benzema y Bale, y por elección en el último derbi de Liga, del que no salió nada satisfecho. Tan poco que al descanso quitó a Isco y Kroos. «La responsabilidad de la primera parte ha sido mía», dijo el técnico, que vio crecer a su equipo con Vinicius y Lucas Vázquez en un 4-3-3 más habitual. Los cinco medios le dan el control, pero sin rematadores ese dominio se hace estéril.
Pero contra equipos tan ofensivos como el Barcelona y el Manchester City es improbable que Zidane se destape con un 4-3-3. Menos tras los tropiezos contra la Real Sociedad en Copa y el Celta en Liga -aunque en ambos con Marcelo en lugar de Mendy-. Ahí pierde opciones Vinicius. El brasileño tuvo buenos minutos contra el Levante, pero la falta de gol no permite justificarlo como único acompañante de Benzema.